La Dualidad Del Desplazamiento Forzoso Venezolano.

Aunque no todas las salidas de Venezuela en los últimos años representan una misma experiencia, éxitos y fracasos están a la orden del día. Pero hay elementos comunes que todos viven, pero pocos hablan de manera abierta, aunque relataré desde lo particular, seré el medio para que muchos connacionales se expresen.

LA MENTIRA: “Todo bien, todo fino, todo chévere”. Es la respuesta constante cuando nos preguntan o preguntamos cómo estamos. Preferimos decir que todo está perfectamente bien para no preocupar a familiares o amigos. Pero, aunque económicamente podemos estar estables, el desequilibrio de no estar juntos a los seres queridos siempre será un talón de Aquiles. Inclusive he conocido venezolanos acá en República Dominicana que no están en buenas condiciones financieras, pero nunca lo admiten ante sus familiares para evitar dolores. Cuan incómodo.

LA MUERTE: Me tocó ir al funeral de un venezolano que falleció por un accidente de tránsito. Poco lo conocía, pero bastó saber que era de Lara para que fuese de mi círculo cercano. Vivía en Santo Domingo completamente sólo, de hecho, así fue su velorio. Par de compañeros de trabajo y algunos venezolanos fuimos por un momento a darle la última despedida. Me pregunté: ¿cómo será velorio? Propios del ejercicio de mi profesión, el ego está siempre presente por los hilos del poder que se deben manejar. Estar rodeado de personas, ser fuente de propuestas y acciones te hacen un agente activo. Pero fuera de ello, sin mis familiares directos y amigos más cercanos, estoy completamente sólo. A excepción de mi esposa y cuñados.

LA REINGENIRÍA: No todo es malo. A muchos nos ha tocado aprender o, mejor dicho, desarrollar capacidades que, en zona de confort venezolana, no conocíamos. Quienes hemos podido ejercer la profesión fuera de las fronteras podemos ser afortunados, pero a veces los niveles se mantienen por los esfuerzos que se hagan, de allí que deben emprenderse otras labores inclusive desconocidas para poder responder a las necesidades, exigencias o placeres. La madurez emocional que eso exige es alta, pues a veces atacan prejuicios y disvalores que te inmovilizan a ir más allá de lo que vives.

EL KARMA NACIONALISTA: La tendencia a comparar el propio país con el que nos recibe, es un error constante que nos afecta. Y las consecuencias emocionales son altas: ansias, depresiones, frustraciones, variaciones entre alegría y tristezas. Pero siempre con el corazón puesto en Venezuela. Es una extraña sensación de querer estar, pero en condiciones que ya no existen. En el fondo sabes que no sería prudente regresar, pero tampoco aceptas el hecho de estar por siempre en esa tierra que te recibe.

En general, mi desplazamiento forzoso (me niego a llamarlo migración), ha sido de duplicidades, pero con grandes experiencias que algún día darán beneficios a mi país.

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