En Venezuela, el relevo generacional ha sido tema de foros, plenarias, congresos e incluso de algunos trabajos de grado. El término va más allá de reducir la edad de los actores políticos. Se trata de nuevos esquemas del quehacer político, asumir el poder con un dinamismo que rompa los esquemas tradicionales de relacionar al ciudadano con las instituciones del Estado. Disponer de herramientas innovadoras, prospectivas y especialmente que atiendan las demandas ciudadanas, más allá de los problemas partidistas. El relevo generacional es una forma, un estilo político antagónico al estamento actual, donde los grupos de interés que interactúan en lo que es público, son agentes de cambios en virtud del sistema y no de un grupo de poder, donde además las discusiones ideológicas estériles, son superadas por una divergencia en la libertad del pensamiento y en búsqueda del bienestar individual para una estabilidad colectiva.
Para la transición y un nuevo gobierno en Venezuela liderado por el Presidente (E) Juan Guaidó, es vital el relevo generacional en los mismos partidos políticos aliados. Sería contradictorio promover y accionar una ruta hacia la libertad, sin propiciar la participación de una generación política que lucha contra las formas de ejercer la política democrática. Algunos quizás se pregunten, ¿por qué los experimentados dirigentes de los partidos no les dan oportunidades a los jóvenes? Sencillo: el poder político y el liderazgo social no se hereda, se gana. La irreverencia deberá ser una constante entre quienes sean parte de ese relevo generacional, conquistar o crear los espacios partidistas o gubernamentales. Si esperan por la entrega del poder, sería una barrabasada histórica.
Como diría Gerardo Urdaneta, la historia de Venezuela ha sido cíclica, compleja, llena de escenarios políticos que han predominado por encima de las bondades de un país lleno de riquezas, de paisajes únicos en el mundo, de gente trabajadora y convencida de salir adelante ante las más complejas circunstancias. Ante una nueva generación de líderes jóvenes que hoy se aventuran a la carrera política, es necesario exigir el renacimiento del carácter político como instrumento de poder para resolver conflictos en la sociedad, no para crearlos. Si se aspira una sociedad diferente, de encuentro, de desarrollo y evolución, hay que exigir más liderazgo gerencial y técnico. Urdaneta bien propone exigir más información durante las campañas políticas, acerca de la trayectoria, ética, vocación y habilidades socializadoras de los candidatos que se elegirán en el futuro cercano a través del poder del voto que con carácter casi sagrado, facilita la constitución. Solo de esa manera, se logrará ser asertivos para dejar de elegir a “ciegas” por las tendencias de los colores partidistas o de la “ceguera voluntaria” y casi masoquista de ideologías que ya fracasaron en las pasadas generaciones políticas. El momento es ahora.
Se hace necesario una «generación de relevo» que asuma con predominio los espacios, políticos, económicos y socialmente cultural de los países del mundo, con una postura sólida en su acciones, que no permita que éstas sean desvirtuadas por otros «intereses individualistas» que lo alejen del bien común.
No es nada fácil conseguir a esos verdaderos lideres, sin que hayan detractores que procuren dañar lo que han logrado construir, con ideas novedosas, enmarcadas en la creación de nuevos protagonista desde sus espacios y sus tiempos…
Particularmente en Venezuela, a pesar que la Carta Magna, expresa ciertos derechos para la libre participación de los ciudadanos y ciudadanas, son principalmente los que están en el Gobierno, quienes violan esos presento constitucionales, dejando al ciudadano común sin herramientas para ejercerla.
La situación actual en este País, no es un tema de situaciones únicamente económica, política o social, aquí se la adiciona un «problema cultura», causada por la apatía, el clientelismo, paternalismo, facilismo y el conformismo, lo que nos ha llevado a ser presas fáciles de quienes con estrategias políticas en los tiempos de crisis, nos atrapan y nos convierten en «títeres»…
Es indudable criticar, cuando no somos partes del «grueso mayor de la población», la cual requiere respuestas puntuales y piden a GRITOS, los cambios transcendentales en cualquier escenarios del acontecer, donde se encuentren.
Seamos personas con amplitud en nuestros aporte, desletrándonos de los partidista y situándonos en unos cimientos de carácter social sin distingo de posiciones económicas, de religión, de raza, culturas o cualquier otra «condición personal». Todos somos hechos por el mismo Dios y no puede haber quienes, destruya lo que por su voluntad se creo.