Henri Falcón llegó a ser el Alcalde mejor evaluado entre los mandatarios locales de Latinoamérica. Incluso fue Gobernador con votos de todos los sectores electorales de Lara, chavistas, opositores y no alineados apostaron a él. Es un gerente de la cosa con esquemas pocos tradicionales, un líder gerencial transformacional capaz de dinamizar la cosa pública de manera abismal. De hecho, ni el mismo Hugo Chávez pudo acabar con su carrera política cuando Henri se separó del partido de gobierno; y es que la aceptación por evaluación de gestión era la más alta entre los políticos venezolanos. Lara tenía lo que toda Venezuela aspiraba: mejoras orgánicas para las condiciones del estado.
Sin embargo, ese perfil bien ponderado tuvo un deterioro como un subproducto de la incapacidad de adecuarse a los nuevos tiempos políticos. Falcón empezó a ser improductivo para las exigencias ciudadanas, nulo en las estructuras partiditas nacionales, inadecuado en los espacios comunicacionales e imprudente en las acciones planeadas por otros factores de poder. La ceguera política lo hizo prepotente, creyéndose autosuficiente y pasando a ser un agente distorsionador de las líneas tácticas de los nuevos capitales político de las oposiciones. Con la excusa de promover espacios de transición, valida y encausa a una nueva fase política en el poder a quienes desvirtuado el sistema político venezolano. Un cambio paulatino y sistemático no se relaciona taxativamente con una convivencia estrecha junto a quienes llevaron al colapso institucional al país. Eso es un error prospectivo.
Parte del equipo político de Henri Falcón siguen en la utopía de una aventura gubernamental liderada por él, creyendo que un discurso es suficiente para capitalizar esa meta. Acusan a quienes afirman no ir a votar por los vicios del sistema electoral, pero se molestan cuando son acusados de propiciar espacios de poder institucional ocupados por generales chavistas, así como Eduardo Semtei dijo que Padrino López estuviese en el comité de postulaciones. Eso no es solamente entreguista, es un error táctico, pues por eso en la FANB no van a aceptar pasivamente a las oposiciones. También sueñan con un nivel de gobernabilidad estable si se reconoce a Nicolás, pero son incapaces de demandar la liberación de presos políticos. La de todos, no la de uno y otros pocos más. Aseguran que las transiciones deben ser obligatoriamente pacíficas y electorales, sin mencionar que todos los casos de estudios como Costa Rica, Chile, Argentina y otros, tuvieron escenarios previos de choque con el poder. Debilitaron las bases del poder nacional. No los legitimaron para luego enfrentarlos. En síntesis, Henri Falcón es una referencia para las clases políticas de toda universidad, pues representa lo que un gobernante debe hacer, pero también es el rostro de las barrabasadas políticas, todo lo que un Político con perfil democrático no debe hacer.
