Durante la segunda semana del mes de julio de este año, la propaganda no invasiva en todas las plataformas digitales informativas se ha acentuado, promoviendo el desplazamiento forzoso ante unas eventuales elecciones seccionadas: parlamentarias y presidenciales, en ese orden de interés político para quienes ocupan de manera irregular el poder nacional venezolano. Es decir, continúa el gobierno socialista de Nicolás el descrédito a la institucionalidad del voto, generando dudas, rechazos y temores a los posibles electores opositores que, el mes pasado, estaban cerca del 85% del padrón. Desde luego que la abstención pudiera ser nuevamente el comportamiento ciudadano y con ello, los socialistas ganarían y mantendrían espacios de poder de manera legítima.
El comando político de PSUV entendió que las oposiciones en el país son cada día mayoría y que mediante un ordenado, movilizado y monitoreado proceso electoral, ellos perderían la presidencia de la República. Aún con la actual estructura del CNE, más allá de las negociaciones para ser reestructurado.
El disfuncional Frente Amplio Venezuela Libre tiene una incapacidad operativa para rescatar la confianza y el acompañamiento ciudadano con la fuerza del voto. Eso es un subproducto del colapso partidista. La reinvención de las plataformas sociopolíticas ante la usurpación debe integrar con espacios importantes para la acción, a los estudiantes, a las iglesias y especialmente a cuadros que son referencias para la sociedad, quizás académicos, líderes de fundaciones, periodistas, entre otros. Desde luego que los partidos políticos seguirán siendo un eje transversal en ello, pero con integración y unidad ampliada.
Ante un llamado a elecciones y esa promoción de la huida del país, la primera opción seguirá siendo la mejor decisión aun cuando el sistema electoral sea fraudulento. En mi próxima publicación haremos referencias a esas formas que usan para “robar” el voto. Mientras tanto, sigamos.
