Para comprender los escenarios sociales y políticos de la Venezuela actual, es vital revisar los elementos en materia económica en los tiempos de Hugo Chávez con extensión a Nicolás Maduro. Ambos representan la política económica más fracasada de todos los tiempos, Chávez fue el ideólogo del desastre y Nicolás perfeccionó ese modelo anacrónico.
Las bases legales son las expropiaciones, estatización y en el peor de los casos, una especie de robo, pues el Estado no cancelaba el valor de lo que le quitaba a algún particular. Eso se convirtió en una práctica insostenible, pues los gastos extraordinarios desgarraron las arcas del país, por demás, el personal de muchas empresas expropiadas pasó a ser agentes partidistas y dejaron a un lado su responsabilidad laboral, de allí los numerosos casos de quiebra. Políticamente han sido más de 20 años de mentiras, arbitrariedades, juicios amañados y un desfalco al Estado que nunca en la historia de la democracia venezolana se habían vivido. Todo eso condujo a un descalabro económico que sirve de ejemplo para otras naciones y próximas generaciones, de lo que nunca debe hacer un gobierno. La inflación y la devaluación es la más alta del mundo, por cada decisión que se toma, se alimenta de manera desproporcionada el caos financiero del venezolano y de allí, un elemento que termina de llevar al abismo al país: el colapso institucional por trabajo de un grupo criminal al mando (y actualmente en usurpación) de los organismo oficiales venezolanos. Desde 1998 hasta este año 2019, la estructura delincuencial está en las células del Estado. EL peor de los escenarios.
El gobierno socialista tuvo la mejor época en los precios del petróleo y esta, fue la única exportación relevante que pudo darse con éxitos por par de años. Sin embargo, las políticas asistencialistas y populistas fueron y son tan exacerbadas, que los barriles de petróleo no fueron suficientes para un futuro estable. Eso, sin obviar los niveles de corrupción anteriormente dicho. La política fiscal atendía los planes que de manera improvisada tenían en sus mentes y que terminaban siendo una fuga de capital muy alto: hospitales, escuelas y casas sin terminar sus ejecuciones, por ejemplo. Por otro lado, en la defensa nacional, el parque de armas fue renovado con un monto irracional para las necesidades vividas del país. La peor de las inversiones. La política industrial consiste en exigir mayor producción a los privados, tributar más, donar más y comprar al Estado los insumos que se ordenara en las condiciones que el gobierno que quisiera. Una barrabasada. La política internacional es la preferida, pues allí hubo y hay financiamiento de altos montos a candidatos, grupos guerrilleros y demás formas de organización impropia, pero con retribuciones de apoyo armado para sostener una hegemonía sociopolítica en los países que fuesen aliados. En fin, todo un escenario con las peores decisiones.
El Politólogo y Filósofo venezolano, Dr. Víctor Montilla, asegura que el socialismo como corriente de pensamiento tiene una alta carga de resentimiento que repercute negativamente en las funciones de un Estado, dice ser una constante en todas partes del mundo, no es exclusivo de la gran Latinoamérica. Eso desde Chávez se acentuó con la llegada al poder de Nicolás, se incrementaron los grupos irregulares para intimidar a la sociedad democrática que adversa al régimen, empoderaron más a los menos capaces para conducir el crecimiento de un sistema político y minimizaron a grandes emprendedores o empresarios que, por un concepto de luchas de clases, han sido hostigados para que terminen huyendo del país. Por eso, Venezuela es un país sin instituciones. Nadie puede pronosticar con mayor exactitud qué sigue. Los camaradas usurpadores y saqueadores continúan al mando de lo que queda en el país. No se puede olvidar que Chávez fue el gran arquitecto del fracaso; Nicolás, un discípulo ejemplar de lo malo.
