ES TIEMPO DEL REBRANDING POLÍTICO EN VENEZUELA

Ante los escenarios de cambios sociales y caos institucional en Venezuela, la crisis en los estamentos de poder político es muy marcado, creciente y avasallante. Para que los partidos políticos, gobernantes y opositores puedan recuperar la vigencia perdida, es menester transformar la imagen, tácticas y agendas. Dentro del contexto actual, las demandas de los ciudadanos, especialmente de los electores, son cada vez más exigentes, por lo que actuar bajo los mismos esquemas es un fracaso asegurado.

Las organizaciones políticas y sus miembros no se encuentran exentos de verse afectadas por el paso del tiempo y por ende verse obligados a adaptarse a los cambios que la sociedad exige, haciendo un cambio de ruta necesario para mantener su fuerza dentro de las aceptaciones ciudadanas, ya que las marcas políticas se construyen sobre los electores, por lo que se deben tomar en cuenta, aspectos como el rebranding, lo cual implica la reconstrucción de la imagen con la que se asociará a los gobiernos y/o políticos en general. A los ciudadanos les gusta poder votar, elegir y participar de alguna manera para construir el futuro de su país, ciudad o estado. Desean que su voto sea realmente útil. Comunicar esto mismo es posible a través del llamado branding político. En la Venezuela democrática el último caso exitoso de esto, fue la campaña de Carlos Andrés Pérez, a quien se le dibujó un cuadro de hombre enérgico, pragmático, cercano y conocedor de la estructura del Estado. Al margen de las crisis durante su primera y segunda gestión en gobierno, la aceptación por reputación siempre fue predominante ante la opinión pública. Pero desde entonces, el trabajo de branding político se ha desdibujado en las agendas estratégicas, especialmente entre los liderazgos opositores democráticos.

Elaborar un branding político y crear una marca que haga referencia a candidatos, partidos políticos, e incluso gobiernos, sirve principalmente para crear un vínculo entre la estrategia política habitual del partido, y la estrategia de publicidad del mismo. Todos los esfuerzos del branding político están dirigidos a convertir al candidato en la mejor opción, demostrando que tiene una imagen de verdad, personal y coherente más allá del voto.

La era de inundar las calles con los mismos carteles de distinto color que difunden un mismo mensaje ha terminado. Es momento de comunicarles a las personas un mensaje que vaya más allá de un simple “Vota por mi” o “vota por este partido”, ya que hacer esto simplemente genera la misma sensación que cuando una marca dice ¡Cómprame! sin justificar el porqué de lo que hay detrás. Es esencial que todo el equipo encargado de llevar a cabo una campaña política entienda que tanto la marca personal como la política son similares a las marcas comerciales, ya que están ofreciéndole a las personas algo que “tienen que adquirir”. Esto se debe a que tanto en el caso de cualquier marca el consumidor “elige” consumirla, y lo mismo ocurre en la política: el votante debe elegir. Es un hecho transversal que los equipos políticos, comandos de campaña y asesores políticos en Venezuela, reconstruyan las estrategias para poder dinamizar de manera más efectiva las acciones.

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