HABLEMOS SIN TAPUJOS: Juan Guaidó no es Presidente interino

El poder político entendido como la forma de relacionarse entre los gobernantes y gobernados, implica un aparataje organizativo y funcional que viabiliza la interacción. Por ejemplo, el mando ejercido por una autoridad que monopoliza la violencia legítima del Estado. También se manifiesta en la obediencia de los gobernados ante las decisiones de la autoridad gobernante. Por último, como ejemplo, citaré la sinergia ciudadana como unidad política que acompaña la figura autoritativa (investidura de autoridad). Es decir, un numeroso grupo de ciudadanos ofrecen el poder de representación a una persona para conducir lo que sea de interés público.

Juan Guaidó es, sin dudas, el Presidente de la Asamblea Nacional. Tuvo los votos ciudadanos, partidistas y el acompañamiento institucional. Pero ante la presidencia de la República hay vacío que deben aclararse. El poder político nacional debe cumplir una nomenclatura para poder ser tal, pues debe ser asignado por una institución a través de una figura y Guaidó, decidió proclamarse en una plaza. Más allá de las discusiones sobre el apoyo de los partidos políticos, él debió ser investido en el Parlamento, cumpliendo con los procedimientos administrativos de rigor. Pro-Ciudadanos y otras organizaciones respetuosas de la técnica legislativa, lo solicitaron. También un Presidente tiene ascendencia en su fuerza armada, pero Juan Guaidó ni siquiera tiene un oficial de enlace entre su autoridad y los componentes militares. No es capaz de tener un brazo de defensa para su nación. Otro código del poder político presidencial es la capacidad de ejercerlo, de tomar decisiones y que otros ejecuten. Juan no puede decidir porque no maneja ninguna institución del Estado venezolano. Alguien pudiera decir, “es que el poder está usurpado, desde luego que no puede ocupar el cargo”, pero el Politólogo Samuel Huntington afirmaba que ante una ocupación ilegal del cargo, una autoridad con fuerza ciudadana es capaz de hacer del caos, su mejor presión social para desgastar al gobierno ilegítimo. Eso tampoco lo ha logrado el Presidente de la Asamblea Nacional.

Por cierto, el líder opositor Leocenis García ha sido muy responsable en llamarlo, desde un principio, Presidente del Parlamento y líder representativo de los cambios democráticos en los últimos tiempos. A diferencia de muchos otros políticos opositores, que por coacción o convicción lo llamaron Presidente Interino y que ahora pretenden deslastrarse de tal aberración jurídica. Leocenis y Henri Falcón han sido respetuosos de la institucionalidad venezolana, incluso se han puesto a disposición de Juan para dinamizar la fórmula política planteada.

Al margen de los contenidos y formas jurídicas, el enfoque politológico pragmático usado por el también Politólogo Giovanni Satori, el poder político presidencial puede ser obtenido por la fuerza, por el voto, por dominio ideológico o por absolutismo hereditario. ¿Juan Guaidó lo ha obtenido de alguna manera mencionada? Dejando la respuesta a discrecionalidad, el ejercicio de las decisiones sobre los intereses comunes lo tiene Nicolás Maduro. Con o sin legitimidad de origen. Para la ruptura de la crisis política en Venezuela, es necesario el uso adecuado de los términos y escenarios. Empezando por asumir el fracaso de los radicales beligerante, pasando por la incapacidad de los dialogantes subalternos al poder de Nicolás y adentrarse en un proceso de pacificación para la transición democrática como un subproducto de acuerdo de gobernanza entre los actores políticos involucrados. Citando nuevamente a Leocenis, el respaldo a los cabildos, movilizaciones y elaboración de planes para la gobernabilidad, debe hacerse en el marco de la presidencia del poder legislativo.

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