LA INTERVENCIÓN MILITAR COMO ESCENARIO MENOS POSIBLE EN VENEZUELA

Una acción militar exige un gasto extraordinario para los países que la ejercen y en medio de una crisis financiera mundial, a los Estado Unidos les interesaría dar más apoyo a Colombia en su lucha de prevención contra los grupos irregulares que hacen vida en Venezuela y así no asumir los costos económicos, jurídicos y sociales en una eventual acción bélica. Pese a que por meses la administración del Presidente Trump ha sostenido que “todas las opciones están sobre la mesa”, la amenaza militar se minimiza en sus posibilidades. Al menos desde el punto de vista convencional como se ha tratado el tema: grupos comandos estadounidenses entrando a Miraflores para neutralizar a Nicolás Maduro. Es decir, al menos no una intervención militar clásica, como la que adelantaron en Panamá, que involucre tropas y/o bombardeos aéreos.

Aún tras episodios de violencia ciudadana, persecuciones políticas y provocaciones diplomáticas, la posibilidad de una intervención armada estadounidense en Venezuela ha aumentado pero aún no es alta, es decir, no se ha inclinado la posibilidad de decisión sobre la intervención militar. Es probable que el mismo Donald Trump haya sido engañado en las posibilidades estratégicas por facilidad, de sacar del poder a Nicolás Maduro; el Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, tiene la gran responsabilidad de las fallas tácticas. Mientras tanto, el régimen neo totalitario socialista de la Venezuela destruida, sigue ganando tiempo y dinero. Burlando a la comunidad internacional. De llegar el mes de diciembre con la usurpación en la presidencia, los factores opositores estarán envueltos en graves escenarios para la toma de decisiones.

La insatisfacción del Presidente Trump se ha cristalizado en torno a Bolton y se queja de que se trata de una posición intervencionista que va en contra de su visión de que Estados Unidos; algo que no le interesa no solo por principios -se viene retirando de las guerras Irak, Afganistán y Siria pese a las recomendaciones de sus propios militares que le han pedido permanecer- sino por un cálculo electoral: no le interesa entrar a la recta final de su campaña de reelección habiendo, él mismo, iniciado un conflicto que va en contravía de sus promesas electorales. Aunque el Presidente de Estados Unidos se siente cómodo con una posición beligerante desde el discurso, no siente lo mismo con la retórica de guerra para el caso de Venezuela, pues este no plantea una amenaza militar para Estados Unidos y tiene el riesgo de desatar una pelea indirecta con Rusia, que respalda a Maduro.

Históricamente, Estados Unidos nunca ha enviado tropas militares para derribar un régimen en Sudamérica. La intervención militar estadounidense en Panamá hace tres décadas, citada a veces como comparación porque es la más reciente intervención militar para derrocar un gobierno en el hemisferio occidental, no es apta como punto de referencia. Panamá es un país mucho más pequeño y muy diferente, que tenía lazos mucho más estrechos con Estados Unidos, lo que hizo que la intervención fuera comparativamente más fácil para Washington, en tiempos muy diferentes. Venezuela no es Panamá. Seguir auspiciando desde Venezuela la intervención militar, es una barrabasada política con saldo negativo profundo para el futuro democrático inmediato.

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