Con la pandemia del Covid-19, además de generar profundas crisis en el sistema de salud mundial, también produjo mayores niveles de desigualdad, distancia entre los ciudadanos y las instituciones de poder, desequilibrio económico y hasta una mayor diferencia en las formas de relaciones públicas. Eso reconfiguró la forma de ejercer el poder político, sin embargo, no todos lo comprenden.
Aunque desde el punto de vista sanitario se lucha de manera firme contra la pandemia, no es menos cierto que desde el punto de vista político hay otra gran batalla que librar: retomar la fuerza institucional del voto y con ello, de la democracia. Se han evaluado todos los escenarios de confrontación, conciliación, electoral y hasta de coalición internacional para la violencia legítima contra el neototalitarismo venezolano, pero los avances han sido pocos y los retrocesos se impusieron. Pero hay elemento transversal entre las causas de las fallas que radica en la afinidad necesaria los estamentos del poder y la ciudadanía. Es decir, hay una marcada distancia entre los ciudadanos y los actores políticos. La nueva realidad política tiene sus propios códigos de comunicación y de relaciones, ya el contacto físico frecuente y multitudinario es un elemento sumamente controlado. El gobernante, el político o el partido político que no logre acercarse al ciudadano con sus necesidades vividas, difícilmente pueda tener el apoyo necesario del pueblo.
Esta nueva realidad exigió reconfigurar la planificación estratégica para el abordaje social y el activismo político. El uso de las plataformas tecnológicas contribuyó a minimizar el distanciamiento social, sin embargo, no todos los políticos lo entendieron. Publicaciones en las cuentas de redes sociales de personajes como Henri Falcón, Rafael Lacava o Leandro Rodríguez, demuestran lo pésimamente entendidas las bondades de la virtualidad, pues hacerse viral con un sentido de ridiculez no es más que la puesta en escena para el fracaso. Los políticos más inteligentes, han aprovechado el detrimento de la presencialidad, para una comunicación más directa, en tiempo real, sin importar fronteras ni horas. Incluso, los casos más exitosos han generado una comunidad digital que antes no existía. Pero el éxito se asocia a contenidos de calidad, no con improvisaciones.
Con la nueva realidad política de Venezuela, hay una regeneración de los liderazgos políticos, no solamente por concepto generacional, es más bien entender que los esquemas para ejercer el poder cambiaron y lo que en tiempos otrora se creyó imposible, hoy es la nueva realidad.
