Ya van 4 años de hiperinflación y algunos siguen creyendo que la solución ante la crisis del país, es un diálogo con quienes representan al neototalitarismo de Venezuela. Aún no se comprende que el régimen propicia ese tipo de caos económico porque le genera saldos políticos frente la dependencia de una gran parte de los ciudadanos ante las políticas públicas en materia económica y financiera. También se acumulan 8 años de recesión y muchos incautos piensan que, teniendo espacios de poder en las gobernaciones y alcaldías, se gestiona de manera más efectiva las demandas ciudadanas. El problema debe sacarse raíz y es con la salida de Nicolás Maduro de la presidencia junto a todos los miembros de gobierno. Es la única forma que puedan dictarse líneas económicas, fundamentalmente con capacidad de transformaciones.
La recesión permanente en Venezuela, es producto de una mezcla de las caóticas políticas económicas de hace 10 años, del hundimiento en el precio del petróleo y la destrucción de PDVSA. Los únicos responsables de todo eso, son quienes ocupan funciones de gobierno, pues la economía es una actividad exclusiva del Estado y su cuerpo institucional. El país acumula una caída del 80% de su PIB desde 2013, según el Observatorio Venezolano de Finanzas, lo que proyecta la inoperancia de acciones como mesas de diálogos y negociaciones como métodos para resolver problemas institucionales en país. Más bien se cumple la hipótesis de Carlos Matus sobre las causas del descrédito de la política en América Latina, siendo una de ellas la atención de los políticos sobre los problemas de la política y no los problemas de la gente.
En el 2020, Venezuela ganó más por remesas que exportando petróleo o cualquier otro rubro que, en otrora, dinamizaban las acciones económicas en el país. Entre 4.000 y 5.000 millones de dólares ingresaron por concepto de ayuda entre venezolanos. Por cierto, todo el país fija precios en la divisa estadounidense, olvidándose del ultra-depreciado Bolívar. Y el problema no son los dólares, lo grave es la paralización económica. No existe soberanía, tampoco motores que revolucionen el desarrollo de toda una nación y mucho menos bienestar social por estabilidad financiera entre los venezolanos. Nueva vez se demuestra la invalidez de los postulados socialistas en el orden económico.
