NEGOCIACIÓN PARA LA TRANSICIÓN

Desde hace meses se sabía que la ÚNICA ficha del chavismo considerada como NO NEGOCIABLE para los norteamericanos era el Califa El Aissami por sus vinculaciones con el terrorismo del Medio Oriente y el narcotráfico. Ante este hecho, todos los demás actores del chavismo pueden entrar en una negociación. Esto último podrá generar escozor en quienes nos oponemos al régimen castrochavista —incluyéndome—, pero hay que ceder para que el contrario pueda ceder y, quienes conocen de negociaciones y transiciones lo saben muy bien. El tan mencionado caso de la transición en Chile nos puede dar ejemplos claros de ello y si traemos ese ejemplo al caso Venezuela es interesante sentarnos a imaginar…

¿Se imaginan a Maduro como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas por 8 años más y que luego tuviese inmunidad vitalicia?

¿Se imaginan a Maduro y otros «líderes» del castrochavismo con inmunidad parlamentaria vitalicia?

¿Se imaginan que Nicolás Maduro pudiese designar un considerable número de parlamentarios?

Todo esto para que se celebre un plebiscito donde haya ventajismo del chavismo y estos últimos, sabiendo que van a perder, exijan que la Constitución Nacional de 1999 siga teniendo vigencia…

¿Escenarios muy difíciles de aceptar, cierto? Pues eso sucedió en Chile con Pinochet. Allí es donde la presión política internacional y la capacidad de unos buenos negociadores patriotas cobra importancia.

La historia nos demuestra que esta se repite pero no de la misma manera, porque siempre hay contextos diferentes, y el contexto venezolano es diferente al chileno. La oposición chilena no tenía control del Parlamento y Pinochet no era un narcotraficante, por ejemplo. Sin embargo, la realidad venezolana es que, al igual que en Chile, el chavismo está atornillado en el mínimo espacio de poder. Por ello, su salida será progresiva y no de tajo. No va a ser el «borrón y cuenta nueva» que todos desearíamos que fuese.

¡Llámenme colaboracionista, pero esa es la realidad!

Por cierto, dicho calificativo de “colaboracionistas” era dicho por los chilenos a los políticos de ese país al no haber resultados para la salida de Pinochet. No obstante, cuando esos “colaboracionistas” lograron la salida del dictador, sembraron la semilla que germinó para convertir a Chile en el país que hoy en día es reflejo de un buen sistema económico y, principalmente, de concertación política.

Ahora bien ¿Cuál sería escenario posible para Venezuela?

Sin duda alguna elecciones, pero con un nuevo Consejo Nacional Electoral donde exista representación paritaria de ambas partes y un representante adicional que sea respetado y acordado por ambos sectores. Cosa que sería provisional, porque evidentemente sería para solventar la coyuntura, luego de ello deberían elegirse nuevas autoridades electorales que no tengan manchas por proselitismos políticos.

En una oportunidad un periodista en Barquisimeto quiso refutarme este argumento mencionándome el caso de la ex Rectora del CNE, Sobella Mejías, porque ella hace activismo en uno de los principales partidos políticos del país. Cosa cierta, pero ella —a diferencia de Tibisay Lucena y demás Rectores— no hizo proselitismo estando en el ejercicio de sus funciones dentro del CNE. Por tanto, al iniciarse la transición deberán renovarse las autoridades del CNE, al igual que el Poder Judicial y demás instancias.

Por otro lado, existen diversas voces que buscan llevar a la oposición al terreno de exigir que Maduro no pueda ser candidato en el supuesto de que exista este proceso electoral y ello es un error por dos razones:

Primero, la imagen de Nicolás Maduro es repudiada por el mundo y por el ínfimo porcentaje de venezolanos que aun se consideran «chavistas», así que ello suma y no resta. Suma abstención en el sector «chavista» y muda votos del «chavismo» por la opción del cambio.

Segundo, impedir que Maduro sea candidato es malgastar una condición en las negociaciones que pudiere ser utilizada en otro sentido.

¿Qué hacer?

En las negociaciones debería hacerse énfasis en la posibilidad de que otro actor concertado por las partes esté al frente de la Jefatura del Estado y del Gobierno. En lugar de estar imponiéndole al chavismo quienes no pueden ser su abanderado.

No obstante ¿Qué debería suceder para que se de a cabo ese proceso electoral, además del nuevo CNE?

  1. Debería acordarse que dichas elecciones sean PARLAMENTARIAS Y PRESIDENCIALES, no solo presidenciales, pero tampoco generales. De esta manera el chavismo estaría conforme porque mantendría sus Alcaldes y Gobernadores. Además, serviría para que la oposición se sincere electoralmente y para que ese nuevo Parlamento sea el seno de los debates de la reconstrucción de Venezuela.
  2. Si se acuerda dicho proceso electoral la oposición podría exigir algo obvio, la disolución de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente.
  3. Deberá hacerse un nuevo Registro Electoral.
  4. Debería reintegrarse la bancada del PSUV a la Asamblea Nacional y conciliar una legislación electoral que garantice la justicia y la representación proporcional de las minorías.
  5. Debería acordarse la representación venezolana en Embajadas y Consulados para que la diáspora no tenga inconvenientes para ejercer el derecho al sufragio.
  6. Debería permitirse a los «líderes» chavistas contarse. De esta manera, quienes fueron «constituyentistas» podrían participar en un proceso electoral, lo cual daría conformidad al chavismo.

Al igual que en el caso chileno, estos son escenarios muy difíciles de aceptar, pero sin duda serían escenarios que permitirían resolver el meollo en el cual se encuentra sumergido el país. El gran problema de ambas partes en la negociación son los extremismos y las partes lo saben muy bien. Pero el chavismo —a diferencia de la oposición— sigue tomando en cuenta a sus radicales, cosa que hace daño. La oposición ha sido muy astuta en este caso últimamente, al centrarse en no prestar atención a los escenarios imaginarios que vende la extrema derecha y de aquellos que venden los personajes de «blanda postura».

En este caso, ambas partes han caído en acciones contundentes como la aprobación parlamentaria de incorporar a Venezuela al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). No obstante, más que un mecanismo para salir del régimen dictatorial, este es el posicionamiento de una ficha en el tablero de las negociaciones.

De igual manera, el régimen movió ficha meses atrás deteniendo arbitrariamente al Primer Vicepresidente de la Asamblea Nacional, Edgar Zambrano. Hombre que es el principal operador político de la oposición venezolana, sin duda alguna. Recuérdese que, además de ser la mano derecha de Juan Guaidó, fue Presidente de la Comisión Permanente de Defensa y Seguridad de la Asamblea Nacional desde su instalación en 2016 hasta la fecha en la que asumió la Vicepresidencia del Parlamento, es decir, el chavismo tiene detenido a un civilista que conoce la realidad militar de Venezuela.

¿En qué debería cambiar la oposición? Principalmente en no prestarle atención a la toxicidad de aquellos influencers tarifados de las redes sociales. Este hecho ha demostrado lo dañino que pueden ser algunos periodistas y algunos personajes que se venden como «raza pura» pero que se creen lo mínimo que dice el psiquiatra Rodríguez para hacerle daño a la oposición. Haciendo un paréntesis, esto ultimo me recuerda bastante a la creación del “fenómeno Chávez” en los 90’s cuando los medios demostraron que actuaban por intereses particulares.

Ahora bien, Si algo ha dejado claro el gobierno de Noruega —como mediador— es que las partes deben mantener en secreto todo aquello que se esté acordando y no sería raro que eso lo hubiere propuesto el sector opositor, gracias a las experiencias del pasado donde el chavismo sacaba a relucir los acuerdos en los medios y las redes sociales acribillaban a la oposición por ceder para poder conseguir que el chavismo cediera igualmente. Y es que esa es la clave en todo proceso de negociación, ceder para que el otro actor pueda hacerlo igualmente.

Entonces surge una interrogante interesante: ¿Estaremos conformes con la transición en Venezuela?

Para quienes no saben de política podría ser un desastre el resultado de las negociaciones que nos lleven a una transición. Pero para quienes sabemos de política pudiere ser un milagro. Parece que el venezolano imagina que el chavismo es Acción Democrática o COPEI y no lo son, porque el chavismo no es democrático y por ello es que no van a entregar el poder fácilmente. Asimismo, parece que al venezolano se le olvida que el chavismo no es civil, sino una asociación de la cúpula militar, con narcotraficantes y con civiles que tienen acaparados todos los órganos de la Nación, salvo la Asamblea Nacional, cuatro Gobernaciones y algunas Alcaldías.

Por ello es que salir del chavismo no es fácil y parece que al venezolano le es más fácil culpar al pasado sistema AD-COPEI y a la oposición actual, en lugar de entender que el chavismo es un monstro que lamentablemente llegó al poder por el voto popular. Al poder no llegó Chávez solo, los pueblos se equivocan y los venezolanos NOS EQUIVOCAMOS y digo «NOS» porque aunque en 1998 solo tenía un año de edad, yo formo parte de este pueblo y hoy en día soy corresponsable de lo que sucede en el país, al igual que el resto de los venezolanos.

Asumiendo todo lo anterior, jamás podremos estar conformes en su totalidad con la transición en Venezuela ¿En que cabeza cabe olvidar todos los crímenes del chavismo? ¡En ninguna! Pero ante todo, lo que importa es que salgan del poder para que mujeres y hombres amantes de su tierra manejen la cosa pública con esmero y racionalidad.

En lo particular, jamás podré sentirme conforme cuando el chavismo cometió y comete tantos delitos como:

  • Intentar asesinar al Presidente Carlos Andrés Pérez.
  • Intentar dos Golpes de Estado, frustrados por las Fuerzas Armadas cuando éstas eran honorables.
  • Encarcelar, torturar y/o asesinar a quienes piensan distinto.
  • Atacar y marcar casas de partidos políticos y de dirigentes como los nazis hicieron con los judíos.
  • Expropiar tierras y empresas productivas.
  • Convertir a la población venezolana en famélica.
  • Generar el proceso migratorio más grande y cruel en la historia americana.

Entre tantos delitos más…

Pero hoy, todos los venezolanos debemos entender que lo primero que se debe lograr es que salgan del Poder Ejecutivo y, progresivamente, limpiar todas las instituciones de la Nación y la cuenta estará ahí todavía…

Esa cuenta se cobrará después: CON JUSTICIA Y NO CON VENGANZA. Porque al igual que a Pinochet, veremos en un futuro a los líderes chavistas ser juzgados por delitos de terrorismo y genocidio, agregándole narcotráfico.

Hoy mas que nunca recordemos a un hombre valioso como el querido ex Gobernador de Lara, Guillermo Luna:

¡VALOR Y PA’LANTE! QUE EL TRIUNFO ES DE LOS QUE NUNCA SE RINDEN…

 

 


 

Estudiante de Ciencias Sociales. UPEL-IPB.

Oscar Salcedo

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