La importancia de la unidad política en Venezuela no es para la complacencia de algunos, especialmente de quienes han sido excluidos por representar una tendencia de componendas y arreglos pro Nicolás. El compromiso unitario no debe estar compuesto por agendas particulares y con amplias diferencias de criterios; la unidad política es un concepto que articula diferentes valores, acciones y convicciones contenidos en la realidad nacional en función de los intereses de quienes se involucran en los objetivos-metas. Creer que un político o grupo partidista debe ser obligatoriamente sumado a un proyecto, por cumplir con la demanda de unidad, pudiera ser un error táctico sobre la armonía del dinamismo. Es decir, si un actor involucrado teniendo la misma meta, presenta un actuar antagónico al perfil general de los demás, pudiese ser una fuerza disonante de malos resultados. De allí que el Presidente (AN) Juan Guaidó, no tiene razones impuestas para sumar a su equipo de trabajo a personas que, llamándose opositores al neototalitarismo, tienen características que no se concatenan con la agenda alineada por los demás actores. ¿Imaginan al Presidente Guaidó haciendo trabajos democráticos con Claudio Fermín, Henri Falcón o Juan Barreto? Por las propias naturalezas ideológicas, son incompatibles.
El fortalecimiento y enriquecimiento de la unidad nacional se fundamentan no solo en las potencialidades y valores de la nación, sino también en el proceso mismo de elaborar el consenso sobre el modelo de futuro. Pero de no darse esa sinergia, debe quedar claro sin temor a las críticas que no puede existir unidad con los discordantes, con los destemplados. Desde luego que las diferencias no son ajenas a la unidad, como lo dijo una vez el catedrático Fernando Mires, pero la unidad sí rige los puntos de vistas en común y que para darse con éxitos los objetivos, dichos puntos de vistas deben ser más de uno. De lo contrario, sería una lucha estéril que desgastará la operatividad de todo lo planteado.
Unidad, unidos, unión, son palabras que simbolizan una voluntad política, los lemas y consignas que evocan la unidad simbolizan esa voluntad; sin embargo, la unidad es también una construcción, un proceso, y como todo fenómeno social es dialéctico, vale decir cambiante, en desarrollo, dependiente de una multiplicidad de factores condicionantes internos y externos, construcción en la que la madurez política juega un papel fundamental. La unidad en la diversidad está obligada a gestionar de manera eficiente los recursos económicos, talentos, humano y hasta de tiempos. Una mala decisión puede derrumbar lo que por años se ha tratado de levantar contra el neototalitarismo socialista del siglo XXI: el cese del absolutismo político en el poder del Estado venezolano.
