La quimera politica de la designabilidad

Designable: significado.

Adjetivo. Este vocablo es de uso anticuado, la definición de designable hace alusión que se puede o que es digno de ser designado o que es susceptible en designar o denotar en algo y en destinar en algo o alguien para logran alguna finalidad.

En los últimos meses los líderes de la oposición venezolana han dicho y hecho de todo con el ánimo de posicionarse en la opinión pública venezolana al tiempo que intentan capitalizar el rechazo que genera Nicolás Maduro.

Hemos presenciado como cada uno de los actores ha preferido conquistar por sí solo las expectativas de los venezolanos, aún cuando, la evidencia empirica demuestra que la estrategia conjunta ha sido mucho más efectiva frente a la coalición de poder chavista.

El eje rector de sus narrativas y sus acciones: intentar capitalizar el descontento que genera Nicolás Maduro.

Fue el diputado Henry Ramos Allup quien comenzó con la fiesta de los que (designados por las encuestas) bailan solos, basta recordar la célebre frase de los 6 meses… Ello provocó la primera pugna en términos de «propuestas» para salir de la situación Maduro.

Los partidos más representativos de la oposición y sus respectivos líderes asomaron (cada uno) sus propuestas institucionales. Desde la enmienda constitucional para reducir el período presidencial (acción democrática), pasando por el referendo revocatorio, (primero justicia) inclusive, voluntad popular en la vocería de su máximo líder (para la época) Leopoldo Lopez llegó a plantear una constituyente para refundar los poderes en el país.

Desde la óptica anterior, cada uno de los esfuerzos tenía un punto en común: enfrentar al chavismo desde la institucionalidad y con la «tranquilidad» en términos de representatividad que otorgaba la inmunidad parlamentaria.

En resumidas cuentas los líderes políticos entendieron en conjunto que su designación como diputados les ofrecía mejores condiciones para dar al traste con los intereses de permanencia en el poder del autoritarismo chavista. Pero, cada uno actuaba por separado pensando que (su) designabilidad era suficiente.

Dicha valoración positiva ha sido por muchos años la hipótesis que han manejado los dirigentes opositores. Desde Manuel Rosales, pasando por Henrique Capriles hasta llegar a Henri Falcón. Cada uno de ellos y todos a la vez no se han detenido a pensar en los componentes emocionales de los distintos contextos territoriales.

El recurso más utilizado han sido las encuestas nacionales sociográficas, claro está que los instrumentos de medición estadísticos son fundamentales a la hora de tomar decisiones en materia política, pero, frente un adversario que tiene poco más de 10 años ajustando su estrategia de control institucional en el territorio, los estudios por muestreo estadístico parecen insuficientes.

Dicho en otros términos los estudios de opinión nos siguen mostrando las categorías de análisis: chavista, opositor y no alineado. Peor aún, pareciera que quienes tienen los recursos para contratar una encuesta nacional no se salen de ese esquema… 20 años después.

20 años tratando por distintas vías (democráticas y no democraticas) de deponer al chavismo del poder partiendo del supuesto de la designabilidad. Es decir, el que está mejor posicionado en las encuestas hace su «movida» para deponer a Maduro. En ese sentido, da lo mismo Falcón 2018 que Lopez 2014 pues en su momento ambos tenían los mejores índices de aprobación en los tres segmentos que ofrecen los estudios de opinión y adivinen que… fracasaron!.

El chavismo en manos de Maduro se ha encargado de demoler cualquier espacio (excepto las encuestas) para manejar el escenario político, al tiempo, se ha dotado de herramientas de alta tecnología para dimensionar con más amplitud la segmentación del las tres categorías de análisis que ofrecen los estudios de opinión. Por ende la designabilidad no significa lo mismo para el chavismo que para la oposición, en especial en las zonas más populares donde el régimen cuenta con el carnet de la patria (aparato estatal) y la oposición cuenta con la expectativa de un ataque de dignidad de los más necesitados en cada evento electoral o de facto que han promovido.

Para terminar es menester recordar los elementos (generales) que constituyeron la victoria opositora en 2015. Conjugaron dos factores que para quién  escribe este artículo fueron esenciales: organización de todas las fuerzas políticas para consolidar una estructura en el 87% de los centros del país, equivalente al 72% del territorio y por el otro gestionaron la percepción inminente de triunfo, desmovilizando (apatía) el voto chavista evitando que alrededor del 40% de los candidatos de maduro se afianzaran en su base electoral.

La evidencia en términos de movilidad y volatilidad de la base chavista quedó demostrada en los bastiones de dominio histórico.

En este orden de ideas, también queda en el sustrato, que sobre la base de organización y gestión comunicacional conjunta las iniciativas opositoras tendrían mejores posibilidades.

A pesar del consenso de sacar a Maduro de Miraflores, es de importancia capital que los actores relevantes en la oposición se apartarten de la idea de leer el país en las categorías chavismo/oposicion/no alineados pues inhibe la posibilidad de desarrollar una estrategia fuera de la rígida simplificación binaria que le ha sido cómoda al señor Maduro para resistir.

En una próxima entrega hablaremos de Juan Guaidó y la quimera política de la designabilidad.

 


 

Politólogo

Doriam González

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